Todos sabemos que, para quemar las calorías que consumimos, debemos movernos. Y si pasamos ocho horas en un escritorio, es probable que tu horario de oficina te engorde.
Pero además, estudios recientes han descubierto que esas horas enfrente de una computadora puede tener profundos efectos fisiológicos, causando estragos en diferentes niveles.
¿Qué le pasa al cuerpo?
Primero que nada, el cuerpo no está pensando para que pase tanto tiempo sentado. En ese momento, los receptores de los músculos de nuestro cuerpo que está inactivos –zona lumbar, nalgas y piernas, torso, abdominales, hombros y brazos– cambian y se hacen más resistentes a la insulina, por lo que en la sangre tenemos más azúcar y triglicéridos.
Además, el metabolismo cae, por lo que aumentamos de peso. Todo esto conlleva a una mayor probabilidad de sufrir de diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, presión alta, dolor de espalda y depresión. Y todo esto tan solo estando una hora entera sentados.
¿Qué podemos hacer para mejorar esto?
Si crees que hacer ejercicio un par de veces por semana soluciona el problema, estás equivocada. El ejercicio es bueno para la salud, pero hacer un par de horas a la semana no genera un cambio que revierta el daño de pasar todos los días sentada muchas horas.
Sin embargo, sí podemos poner una alarma en el celular que recuerda cada 15 minutos que debemos levantarnos y caminar, aunque sea unos pasos. También debemos tener en cuenta que somos humanos, cada uno con sus características y estilos de vida específicos, que determinan mucho otros factores como la alimentación, que influirán más o menos en el peso.
¿Y qué pasa con las ganas constantes de comer?
Probablemente te pase que sientes hambre a cada rato en la oficina. Realmente, no es hambre, es el cuerpo buscando una distracción. Comemos para superar los retos de trabajo, o puede que tengamos sed y no hambre. Estar bien hidratados mantiene a nuestro cerebro enfocado y nos hará darnos cuenta de que no necesitamos comer. De esta forma, reduciremos un montón de calorías vacías que ingerimos normalmente.
Ahora que ya sabes que la oficina engorda, debes ponerte en marcha para solucionar este problema. ¡Es cuestión de mantener la salud!