En la sociedad actual, consideramos que un cuerpo libre de grasas es un cuerpo saludable. Muchas veces, pensamos que las grasas son solo aquellos rollitos —lonjas, michelines…— que nos vemos en un cuerpo que no está hiper tonificado.
Los médicos dicen que el exceso de grasa no es saludable, pero no todo es tan fácil: hay grasas buenas y grasas malas, y hay personas delgadas con grasa, así como personas con uno kilos de más perfectamente sanas. Te explicamos más a continuación:
Grasa: ¿sí o no?
La naturaleza da a cada mujer un tipo de cuerpo específico, y los medios se han encargado de hacernos creer que si bien no debemos obsesionarnos con cambiar nuestra forma, sí debemos preocuparnos de no tener grasa. Pero lo cierto es que la silueta perfecta tiene grasa, aunque depende mucho de la cantidad, el tipo y la ubicación de la misma para tomarla como algo positivo. El cuerpo puede ser delgado o con sobrepeso, pero eso no depende de si es sano o enfermo.
Una silueta saludable no depende de los kilos, sino que las mujeres delgadas que no se cuidan pueden tener exceso de grasa. Este tipo de grasa es la grasa tóxica, que se acumula en base a genética, estilo de vida o alimentación. Además, es un tipo de grasas resistente a la dieta y el ejercicio.
Los tipos de grasa
Las mujeres tenemos dos tipos de grasas: la grasa aliada y la grasa enemiga. Todos sabemos la diferencia entre grasas buenas y malas en la alimentación —un aguacate frente a un donut—. Pero no solo en al comida, hay otras grasas que se acumulan en nuestro cuerpo que no son todas iguales: la grasa parda, la grasa blanca, la grasa visceral. No todas se dan por los mismos motivos, y no todas las personas tienen riesgo de sufrirlas. Y lo cierto es que la mayoría de los tratamientos estéticos —como la liposucción— meten a todas las grasas en la misma bolsa, lo que trae riesgos a la salud.
¿Cuál es la grasa sana?
El tejido adiposo es un órgano endocrino más: segrega hormonas que intervienen en la regulación del apetito y el metabolismo, así como regular la temperatura y la respuesta inflamatoria. Y si no tenemos grasas saludables, no tenemos tejido que nos ayude a defendernos.
¿Y la tóxica?
Es la misma, solo que cuando supera determinado porcentaje se convierte en dañina. Generalmente sucede en personas que tenían grasas saludables pero han bajado de peso de forma muy brusca o poco controlada, por lo que la grasa en formato protector se distribuyen en el torrente sanguíneo y hacen que nos bajen las defensas y estemos permanentemente cansadas.
Las zonas más afectadas suelen ser las “zonas rebeldes”, que por la toxicidad se hacen difíciles de quitar. Vienen del tabaco, alcohol, mal dormir, estrés, comida chatarra. Se suelen almacenar en la cintura y las caderas.
El problema de estas grasas es que tienen todas las toxinas que había en el cuerpo en el momento de su creación. Para eliminarlas debemos movilizarlas y llevarlas al torrente sanguíneo, por lo que debemos tratarlas con cuidado. Si se eliminan muchas a la vez, nos atacan aumentando la inflamación celular y el envejecimiento prematuro, malestar, dolor de cabeza, fatiga, falta de energía y enfermedades crónicas.
¿Grasas malas? ¿Grasas buenas? ¡Ahora ya lo sabes!